Allá va la tercera entrega y las dudas…

La tensión crece

El día después volví a la Taberna del Viajante. No me interesaba conectarme a la red, prefería hablar largo y tendido con Rubén, el barman Jefe. Se le conoce en todo el planeta por su discreción y por la cantidad de informaciones de que dispone. Parece un contrasentido, pero no es así. Rubén no es un mercante de informaciones, es un amigo. Si eres su amigo, posiblemente te de las informaciones que te interesan. Y para ser su amigo debes simplemente demostrarlo, contándole informaciones reservadas de las que dispones, y que sean veraces, no cotilleos. De esa manera, la rueda gira; nada grabado, o archivos reservados. Todo en su cabeza. Es una garantía.

Yo le había demostrado mi amistad en repetidas ocasiones, pero no había necesitado todavía un favor. El momento había llegado.

Cuando entré, el bar estaba casi vacío, a excepción de un Drantrish (un insectoide enorme que, por lo que he podido averiguar, parece ser parte de la decoración del bar) que estaba devorando un nosequéynoloquierosaber en la barra del bar.

-¿Cómo te va, viejo?- me saludó Rubén.

Suele llamarme así, lo hace para provocarme. Pero no era un buen día para las provocaciones.

-Así… Necesito un favor de amigo.- Era la palabra de paso.

-¿Cómo de amigo?- preguntó, indicando con el rabillo del ojo el Dantrish.

-No tanto. O eso creo.-

-Dime, entonces.-

-Me han retado.-

-No es la primera vez.-

-A un juego ilegal.-

-No es la primera vez.-

-Que casi no conozco.-

-No es la primera vez.-

-SQUEEZE.-

-¿Qué demonio?… –

-Y he aceptado.-

Rubén se quedó como paralizado, con la boca abierta. Luego, despacio, se volvió hacia el Dantrish. Se intercambiaron una mirada intensa, luego el Dantrish movió su gran cabeza, desconsolado.

Rubén me dio una ligera y amigable colleja. -Ha sido un placer conocerte, ¿sabes? ¿Cuando tienes que jugar?-

-Bueno, esta tarde- dije.

-Perfecto. Te preparo enseguida uno de mis cócteles más fuertes. Un desatascador sería ideal. Te deja sin aire en los pulmones y sin pensamientos en el cerebro.-

-Gracias, prefiero un té.-

Rubén me miró de reojo. –Quizás sería mejor DOS desatascadores, entonces. Hazme caso.-

-No, gracias. Prefiero relajarme.-

Rubén soltó una risa. El Dantrish le imitó (a su manera). Y como la risa se contagia, empecé a reír yo también. Hasta que me di cuenta que estaba riendo solo.

-Me encanta que te lo tomes así- dijo Rubén. –No todos tienen la valentía de reír el día de su fin. Porque tus posibilidades de victoria son nulas.-

Mientras me preparaba el té, la Taberna del Viajante había vuelto a sumirse en un silencio espectral. Había entrado otro personaje; no le conocía, pero parecía tener autoridad. Esto quería decir sólo una cosa: cuidado con lo que dices, si estás a punto de hacer algo ilegal, y si esta ‘autoridad’ es realmente lo que aparece, las cosas se pueden complicar. Y mucho.

Rubén no necesitaba explicarse con detalles. Sólo, no quería problemas. Nunca.